¿Te has preguntado que sentirás el día de tu examen a la residencia? ¿Has presentado el examen y conoces la marea de emociones que se hacen presentes ese día?
Es probable que ya lo hayas pensado, o que, al leer estas líneas, lo tengas en mente.
Te encuentras estudiando medicina, y es muy probable que desde el primer día tengas un objetivo, ser especialista; por supuesto también puede interesarte la investigación, la docencia y muchas otras áreas, pero seguramente alguna vez soñaste con ser el mejor neuro – inmuno- cardiólogo- pediatra, y poco a poco fuiste definiendo más tus objetivos y tus intereses, hasta decidir ser el/la mejor especialista en Otorrinolaringología, porque en tu rotación viste una cirugía de implante coclear que te dejó fascinado, o decidiste ser el/ la mejor especialista en ginecología porque amas ayudar a traer vida a este mundo. En fin, decidas la especialidad que decidas, el sueño de ser residente está ahí.
Durante tu formación, en los hospitales donde rotaste, por esa clase que te dieron donde te explicaron a detalle un tema que te cambió el mundo o en el internado donde un residente amablemente te explicó algún tema de tu interés, te permitieron tomar por primera vez un endoscopio, o asistir una cirugía como primer ayudante, te encontraste con experiencias que fueron definiendo tu camino; casi como por arte de magia, un día dormiste y al siguiente despertaste en medicina, sin saber como ni por qué estás a un paso de graduarte, y cada vez más cerca de ser residente.
Al fin ha llegado el día, te has inscrito al ENARM, y comienzan los nervios por cada publicación que ves, diciéndote que el examen se adelanta un mes, y a los 5 minutos lees que se retrasa a noviembre, esos nervios por sentir que todo lo que has estudiado durante entre 6 y 7 años de medicina, puede ser objeto de pregunta, te encuentras con emoción, incertidumbre, en ocasiones alegría y en otras desesperación, comienzas a preparar los temas y las evaluaciones del examen, haciendo simulacros, estudiando guías y dando lo mejor de ti.
Pasan los meses y el examen se acerca peligrosamente, cada vez estás más cerca y pudiera ser que sientes que entre más lees, menos sabes, o quizá te sientas cada vez más preparado. El ENARM es un examen en el que necesitas de una excelente preparación, de acompañamiento, de tus amigos, de tu familia, de confiar en ti y de saber que, aunque estudies al máximo, siempre puede haber un dato desconocido.
Así, después de frustraciones y alegrías, noches de desvelo, días de estudio sin descanso y la tensión de querer comerte el mundo, llega el día del examen.
Te presentas a la sede donde te has inscrito, haces fila para entrar, mientras los nervios o la calma, dependiendo de tu forma de ser, se hacen más grandes, mientras te toman la temperatura; ingresas al examen, dejas tus pertenencias para entrar tan solo con tu conocimiento y tu identificación al examen, te sientas frente la tablet designada y comienza la acción, son las nueve en punto de la mañana y comienzas con la primer pregunta, y es ahí donde toda tu preparación tiene sentido, todas tus horas de entrega y el valioso apoyo de tus maestros y amigos se hace presente, continuas durante varias horas en la primer parte, levantándote para tomar agua, ir al baño, y cuando sientes que no puedes más, el personal comienza a repartir dulces de cacahuate o alguna gomita dependiendo tu suerte, y terminas la primera parte. Sales a un receso donde te encuentras filas interminables para comprar algo de comida, en caso de que no hayas podido llevar algún alimento, lo ingieres de prisa y regresas a la segunda parte del examen, ahora estás calmado, quizá un poco o tenso, o quizá muy tenso. Pasan las preguntas y te sientes cada vez más feliz, más frustrado, más sereno, cualquier emoción que te imagines capaz de sentir, puedes presentarla. Terminas el examen y te formas uno a uno con tus colegas, para pasar tu hoja de respuestas por el lector y esperar los resultados, subes las escaleras de la sede para salir con tu hoja en la mano, y quizá te fue excelente, quizá esperabas más, o quizá sea el siguiente año. Tomas el camino entre lágrimas de alegría, de frustración, o de alivio porque terminó, te encuentras con tu familia, con tus amigos, o con tu camino a casa y con la esperanza de resultar seleccionado en los folios de los aspirantes admitidos.
Todas esas emociones y todas esas cosas suceden al presentar el ENARM, ahora que has llegado hasta aquí, un par de recomendaciones para tu examen, confía en ti y en tus conocimientos, prepárate mucho, pero no olvides descansar, una mente descansada responde mejor, pero una bien preparada también. Acude acompañado al examen, ver un rostro familiar al salir siempre es de gran ayuda, busca las mejores herramientas para tu estudio, un curso que te prepare, o el sistema que prefieras, pero ten un método. A pesar de que cada vez hay más médicos que sustentan el examen y los promedios deben ser más altos para llegar a la sede con la que siempre has soñado, no olvides que es un examen, y que puedes ser el más preparado, pero ese día los nervios te traicionan, o quizá no tuviste la mejor noche de descanso, y hay más factores que influyen en tu resultado. Seguro ya has escuchado que un examen no te define, pero lo que si te define es el empeño que pongas en él, la dedicación y la constancia que entregues.
En tu camino al ENARM, no te encuentras solo, nosotros te acompañamos.
INDIVISA MANENT.
Dr. Erick Gabriel Ogazón del Toro - Jefe de programa del curso en línea ENARM
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