top of page

Comentario al Evangelio segĂșn San Mateo 11, 28-30


Miércoles II Semana

Tiempo de Adviento

9 de Diciembre de 2020

San Juan Diego


Evangelio


Vengan a mĂ­, todos los que estĂĄn fatigados


+ Del santo Evangelio segĂșn san Mateo 11, 28-30


En aquel tiempo, JesĂșs dijo: “Vengan a mĂ­, todos los que estĂĄn fatigados y agobiados por la carga, y yo les darĂ© alivio. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mĂ­, que soy manso y humilde de corazĂłn, y encontrarĂĄn descanso, porque mi yugo es suave y mi carga, ligera”.



Comentario al Evangelio


Antes de este pasaje evangĂ©lico JesĂșs habĂ­a elevado un himno al Padre por haber revelado su misterio a los pequeños y no a los ‘sabios’ de este mundo. JesĂșs contrapone al pueblo sencillo e ignorante con los que mantenĂ­an el monopolio de la doctrina y dictaban la ley, imponiendo una larga serie de prescripciones superfluas que resultaban pesadas y agobiantes. A los que se sienten agobiados y oprimidos por ese yugo, JesĂșs propone una relaciĂłn de confianza e intimidad con Dios, a partir de la humildad y la mansedumbre.

Cfr. Actualidad LitĂșrgica n. 253.


Reflexionamos


· ÂżTe acercas a JesĂșs?

· ¿Tomas su yugo?

· ÂżAprendes de Él?


Nos comprometemos


ReflexiĂłn: Para descubrir que ser libres y aceptar normas no sĂłlo no se oponen (cuando las normas son juiciosas, porque nos permiten desarrollar nuestra personalidad y realizar el ideal de nuestra vida) sino que se complementan y enriquecen mutuamente, es necesario recogerse y reflexionar, entrar en la interioridad, entendiendo por tal no un lugar opuesto a lo que nos es exterior sino la capacidad que tenemos para encontrarnos con las grandes realidades de la vida.

Gustavo Villapalos y Alfonso LĂłpez,

El libro de los valores, Ed. Planeta, 2001.

La responsabilidad del guĂ­a


La responsabilidad es siempre proporcional a la dignidad. La dignidad de quien consagra su vida a orientar a niños y jóvenes es muy alta.



Se hace responsable del futuro de estas personas y, consiguientemente, de la sociedad.


La oraciĂłn de la maestra


ÂĄSeñor! TĂș que enseñaste perdona que yo enseñe; que lleve el nombre de maestra, que TĂș llevaste por la Tierra.

Dame el amor Ășnico de mi escuela; que ni la quemadura de la belleza sea capaz de robarle mi ternura de todos los instantes.

Maestro, hazme perdurable el fervor y pasajero el desencanto. Arranca de mĂ­ este impuro deseo de justicia que aĂșn me turba, la mezquina insinuaciĂłn de protesta que sube de mĂ­ cuando me hieren. No me duela la incomprensiĂłn ni me entristezca el olvido de las que enseñe.

Dame el ser mås madre que las madres, para poder amar y defender como ellas lo que no es carne de mis carnes. Alcance a hacer de una de mis niñas mi verso perfecto y a dejarte en ella clavada mi mås penetrante melodía, para cuando mis labios no canten mås.

Muéstrame posible tu Evangelio en mi tiempo, para que no renuncie a la batalla de cada día y de cada hora por él.

Pon en mi escuela democråtica el resplandor que se cernía sobre tu corro de niños descalzos.

Hazme fuerte, aĂșn en mi desvalimiento de mujer, y de mujer pobre; hazme despreciadora de todo poder que no sea puro, de toda presiĂłn que no sea la de tu voluntad ardiente sobre mi vida.

ÂĄAmigo, acompåñame! ÂĄSostĂ©nme! Muchas veces no tendrĂ© sino a Ti a mi lado. Cuando mi doctrina sea mĂĄs casta y mĂĄs quemante mi verdad, me quedarĂ© sin los mundanos; pero TĂș me oprimirĂĄs entonces contra tu corazĂłn, el que supo harto de soledad y desamparo. Yo no buscarĂ© sino en tu mirada la dulzura de las aprobaciones.

Dame sencillez y dame profundidad; lĂ­brame de ser complicada o banal en mi lecciĂłn cotidiana.

Dame el levantar los ojos de mi pecho con heridas, al entrar cada mañana a mi escuela. Que no lleve a mi mesa de trabajo mis pequeños afanes materiales, mis mezquinos dolores de cada hora.

Aligérame la mano en el castigo y suavízamela mås en la caricia. ¥Reprenda con dolor para saber que he corregido amando!

Haz que haga de espĂ­ritu mi escuela de ladrillos. Le envuelva la llamarada de mi entusiasmo su atrio pobre, su sala desnuda. Mi corazĂłn le sea mĂĄs columna y mi buena voluntad mĂĄs oro que las columnas y el oro de las escuelas ricas.

Y, por fin, recuĂ©rdame desde la palidez del lienzo de VelĂĄzquez que enseñar y amar intensamente desde la Tierra es llegar al Ășltimo dĂ­a con el lanzazo de Longinos de costado a costado.


Gabriela Mistral, DesolaciĂłn, Espasa-Calpe, 1983.


San Juan Diego


NaciĂł en CuautitlĂĄn, hacia 1474. Se convirtiĂł a la fe por la predicaciĂłn de los primeros misioneros. “Buen cristiano y temeroso de Dios”, fue escogido por Ă©l para ser el mensajero de “la siempre Virgen Santa MarĂ­a, Madre del verdadero Dios por quien se vive”, misiĂłn que cumpliĂł fielmente. ViviĂł junto a la ermita de nuestra Señora de Guadalupe, unos 17 años, hasta su muerte, acaecida en 1548. El Papa Juan Pablo II lo canonizĂł el 31 de julio de 2002.




V. Continuaré, Oh Dios mío

R. ÂĄHaciendo todas mis acciones por tu amor!


V. San Juan Bautista de la Salle

R. ÂĄRuega por nosotros!


V. Viva JesĂșs en nuestros corazones

R. ÂĄPor siempre!

bottom of page