Jueves XVIII Semana
Tiempo Ordinario
06 de Agosto de 2020
Transfiguración del Señor
Evangelio
Su rostro se puso resplandeciente como el sol.
+ Del santo Evangelio según san Mateo 17, 1-9
En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, el hermano de éste, y los hizo subir a solas con Él a un monte elevado. Ahí se transfiguró en su presencia: su rostro se puso resplandeciente como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la nieve. De pronto aparecieron ante ellos Moisés y Elías, conversando con Jesús.
Entonces Pedro le dijo a Jesús: “Señor, ¡qué bueno sería quedarnos aquí! Si quieres, haremos aquí tres chozas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”.
Cuando aún estaba hablando, una nube luminosa los cubrió y de ella salió una voz que decía: “Este es mi Hijo muy amado, en quien tengo puestas mis complacencias; escúchenlo”. Al oír esto, los discípulos cayeron rostro en tierra, llenos de un gran temor. Jesús se acercó a ellos, los tocó y les dijo: “Levántense y no teman”. Alzando entonces los ojos, ya no vieron a nadie más que a Jesús.
Mientras bajaban del monte, Jesús les ordenó: “No le cuenten a nadie lo que han visto, hasta que el Hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos”.
Comentario al Evangelio
El pasaje del Evangelio nos narra la fiesta que estamos celebrando el día de hoy: la Transfiguración de Jesús. Este relato contiene muchos elementos de la fe cristiana relacionados con la resurrección de Jesús, como la luz de la divinidad, la presencia de Moisés y Elías sugiere que en Jesús se han cumplido las Escrituras. Los Sinópticos hablan de este pasaje inmediatamente después del anuncio que Jesús hace de su pasión, muerte y resurrección. Es una anticipación de la gloria pascual, revelando la verdadera identidad de Jesús y a fortalecer la confianza de sus discípulos.
Cfr. Actualidad Litúrgica, n. 257.
Reflexionamos
· ¿Cómo se ha manifestado la presencia de Jesús en tu vida?
· ¿Reconoces su voz?
· ¿Cumples su voluntad?
Nos comprometemos
Orden: A veces decimos que el orden es la mitad de la vida. En estas palabras se expresa una profunda sabiduría: en la Edad Media, ordo era un concepto importante. Existía el convencimiento de que cuanto estuviera ordenado correctamente correspondía a la voluntad de Dios, pues Dios había ordenado bien todas las cosas. El orden es para san Benito también un valor espiritual. Él ordena todo en su regla: el trabajo, la oración, la convivencia, el transcurso del día, el modo y manera de tratar a los demás. Mediante el orden exterior, el ser humano tiene que llegar al orden interior.
Anselm Grün,
El libro de los valores, Santander 2007.
Afinar el piano
Suena el timbre del portal en un piso. La señora de la casa pregunta:
-¿Quién es?
-Soy el afinador de pianos –responde el visitante.
-Yo no he llamado a ningún afinador de pianos. –Replica la mujer.
-Usted no, señora. Me han llamado los vecinos.
Nuestra vida repercute, para bien o para mal, en el mundo entero. Y repercute, en primer lugar, en quienes están a nuestro lado.
Juan Pablo II decía a sacerdotes, aunque sus palabras sean válidas para todo cristiano: “Somos responsables ante las almas que tratamos –y ante Dios- no sólo de lo que hemos hecho por ellas, sino, en primer lugar, de lo que hemos hecho por nosotros mismos. Ya que de nuestra santidad depende nuestra eficacia, y por tanto, en buena parte, su salvación”.
El mayor bien que podemos y debemos hacer a los otros es tratar de ser santos nosotros.
Agustín Filgueiras Pita,
Orar con… Un pan para cada día, Bilbao 2004.
Transfiguración del Señor
Por medio de la Transfiguración, el Señor quiere preparar el corazón de sus discípulos para que superen el escándalo de la cruz. Pero esta fiesta es, además, un anuncio de la adopción maravillosa que nos hace hijos de Dios en Jesucristo y del resplandor con que un día brillará todo el cuerpo de la Iglesia.
V. Continuaré, Oh Dios mío
R. ¡Haciendo todas mis acciones por tu amor!
V. San Juan Bautista de la Salle
R. ¡Ruega por nosotros!
V. Viva Jesús en nuestros corazones
R. ¡Por siempre!
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