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Comentario al Evangelio del 02 de septiembre

Miércoles XXII Semana

Tiempo Ordinario

2 de Septiembre de 2020

Beato Bartolomé Gutiérrez, presbítero y mártir

Evangelio

También a los otros pueblos tengo que anunciarles el Reino de Dios. pues para eso he sido enviado.

+ Del santo Evangelio según san Lucas 4, 38-44

En aquel tiempo, Jesús salió de la sinagoga y entró en la casa de Simón. La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta y le pidieron a Jesús que hiciera algo por ella. Jesús, de pie junto a ella, mandó con energía a la fiebre, y la fiebre desapareció. Ella se levantó enseguida y se puso a servirles.

Al meterse el sol, todos los que tenían enfermos se los llevaron a Jesús y él, imponiendo las manos sobre cada uno, los fue curando de sus enfermedades. De muchos de ellos salían también demonios que gritaban: “¡Tú eres el hijo de Dios!” pero él les ordenaba enérgicamente que se callaran, porque sabían que él era el Mesías.

Al día siguiente se fueron a un lugar solitario y la gente lo andaba buscando. Cuando lo encontraron, quisieron retenerlo, para que no se alejara de ellos; pero él les dijo: “También tengo que anunciarles el Reino de Dios a las otras ciudades, pues para eso he sido enviado”. Y se fue a predicar en las sinagogas de Judea.

Comentario al Evangelio

El Evangelista Lucas no deja de presentarnos los elementos fundamentales de actividad pública de Jesús: predicación, curaciones y expulsión de demonios. El hecho que la gente quiera retenerlo pone de manifiesto el deseo de Jesús de dirigirse a otras ciudades resaltando su espíritu misionero, de acuerdo con el proyecto de Dios. Imitemos a Jesús evitando instalarnos en nuestra vida y estar dispuestos siempre a emprender camino detrás de Jesús como verdaderos discípulos suyos.

Cfr. Actualidad Litúrgica, n. 258.

Reflexionamos

· ¿Cuál es tu actitud ante las necesidades de los demás?

· ¿Qué tan dispuesto estás para donarte?

· ¿Cómo respondes al que pide tu ayuda?

Nos comprometemos

Compasión: La compasión no es un sentimiento con el que me pongo por encima de los demás, sino por medio del cual me pongo en la piel del otro y padezco con él, porque su sufrimiento es también mío. Sus debilidades son mías, sus errores están también en mí. Y su dolor me hace recordar mis propios dolores. En la compasión me encuentro no sólo con el otro, sino también conmigo mismo.

Anselm Grün,

El libro de los valores, Santander 2007.

Lo que el demonio no sabe hacer

Se cuenta que en cierta ocasión el demonio de encaró con Dios acusándole de injusto:

-No hay derecho –le dijo-. Yo te ofendí una vez y me has condenado para siempre. Los hombres te ofenden miles y miles de veces, y siempre les perdonas.

Y Dios le respondió:

-Y tú, ¿me pediste alguna vez perdón?

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Es humano caer. Pero la caída no es exclusiva del hombre. También los animales hacen mal o no hacen lo que deberían hacer. Y también los ángeles, algunos ángeles, pecaron.

Lo humano, lo exclusivo del hombre, es la capacidad de reconocer su fallo, arrepentirse y pedir perdón.

Pedir perdón es lo más humano. Perdonar es lo más divino.

Agustín Filgueiras Pita,

Orar con… Un pan para cada día, Bilbao 2004.

Beato Bartolomé Gutiérrez, presbítero y mártir

Nació en la ciudad de México en 1580. Muy joven entró en la Orden de San Agustín. Ya sacerdote, pidió ser enviado a las misiones. En Manila ocupó primero durante seis años el cargo de maestro de novicios. Por fin, en 1612, se embarcó para Japón. En 1613, el emperador Taicosama expulsó a todos los misioneros. Bartolomé regresó a Manila, pero a petición de sus fieles, al cabo de cinco años pudo volver disfrazado a Japón, donde trabajó quince años. Al fin, traicionado, lo aprehendieron, y después de muy crueles suplicios, lo hicieron morir a fuego lento, el 3 de septiembre de 1632.


V. Continuaré, Oh Dios mío

R. ¡Haciendo todas mis acciones por tu amor!

V. San Juan Bautista de la Salle

R. ¡Ruega por nosotros!

V. Viva Jesús en nuestros corazones

R. ¡Por siempre!

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