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Foto del escritorLa Salle Nezahualcóyotl

Comentario al Evangelio del 25 de noviembre



Miércoles XXXIV Semana

Tiempo Ordinario

25 de Noviembre de 2020

Santa Catalina de Alejandría


Evangelio


Todos los odiarán a ustedes por causa mía. Sin embargo, ni un cabello de su cabeza perecerá


+ Del santo Evangelio según san Lucas 21, 12-19


En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Los perseguirán y los apresarán, los llevarán a los tribunales y a la cárcel, y los harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Con esto ustedes darán testimonio de mí.


Grábense bien que no tienen que preparar de antemano su defensa, porque yo les daré palabras sabias, a las que no podrá resistir ni contradecir ningún adversario de ustedes.


Los traicionarán hasta sus propios padres, hermanos, parientes y amigos. Matarán a algunos de ustedes, y todos los odiarán por causa mía. Sin embargo, ni un cabello de su cabeza perecerá. Si se mantienen firmes, conseguirán la vida”.



Comentario al Evangelio


Jesús siempre ha hablado con la verdad y por eso les dice a quienes ha llamado que van a ser perseguidos, que serán llevados a los tribunales y a la cárcel. De esta forma, tendrán la oportunidad de dar testimonio de él. El camino trazado por Jesús no es fácil, sin embargo nos asegura que por medio de la fidelidad podremos salvar la vida y será él quien dará testimonio de nosotros ante el Padre si nosotros damos testimonio de él ante los hombres. Que el ejemplo de los mártires que han dado la vida por Jesús nos ayude a mantenernos fieles a él.

Cfr. Actualidad Litúrgica n. 253.

Reflexionamos


· ¿Qué estás dispuesto a ofrecer por Cristo?

· ¿Cuál sería la muestra de tu amor?

· ¿Te mantienes fiel a Él?



Nos comprometemos


Agradecimiento: Toda relación que se establece con nosotros es una apelación, pide una respuesta positiva.



Esa respuesta viene dada por el agradecimiento. Al mostrarlo, aceptamos la relación, la asumimos y la potenciamos.

Gustavo Villapalos y Alfonso López,

El libro de los valores, Ed. Planeta, 2001.


No hay que temer el riesgo de la ingratitud


Si al practicar el bien, buscamos el gozo que procura el agradecimiento, corremos peligro de abatirnos al tropezar con la ingratitud. Seamos bondadosos de modo incondicional y nos sentiremos totalmente libres.


Te quejas de haber encontrado un ingrato. Si es el primero, debes dar gracias a la fortuna o a tu prudencia; pero en esta ocasión la prudencia solamente te servirá para no dispensar beneficios, si por evitar la ingratitud nunca favoreces a nadie, y por temor de que el beneficio perezca entre manos ajenas, le dejarás perecer en las tuyas. Mejor es que no lo agradezcan que omitirlo. No se deja de sembrar después de mala recolección, y, frecuentemente, ocurre que la fertilidad de un año recompensa la esterilidad del anterior. Tan grande es el placer que se experimenta al encontrar un hombre agradecido que se debe arriesgar hacer un ingrato. Nadie tiene tan segura mano para dispensar beneficios que no se equivoque con frecuencia; pierda en muchos, y en algunos acertará. Embárcase otra vez después de naufragar, y no deja de prestarse después de la bancarrota. Pronto se dejaría de hacerlo todo si se hubiere de abandonar aquello en que no se logra buen éxito; pero, todo lo contrario, esto debe impulsar a mayor actividad, porque para llevar a buen término una cosa incierta necesario es intentarlo muchas veces.

Séneca, Epístola LXXXI, EDAF, 1974.



Santa Catalina de Alejandría


Natural de Alejandría fue una mujer de noble cuna que estudió filosofía. Se convirtió al cristianismo inspirada por un sueño de un ermitaño. Después, convirtió a la esposa del emperador Majencio, a un oficial y a doscientos soldados. En venganza, el emperador reunió a cincuenta eruditos paganos

y la retó a un debate religioso. Después de una larga y acalorada discusión, las palabras de Catalina indujeron a los cincuenta eruditos a convertirse. Majencio ordenó que la ataran a un potro, que la despedazó enseguida. Después fue decapitada. Es patrona de la elocuencia, los filósofos, los predicadores, las solteras, las hilanderas y los estudiantes.



V. Continuaré, Oh Dios mío

R. ¡Haciendo todas mis acciones por tu amor!


V. San Juan Bautista de la Salle

R. ¡Ruega por nosotros!


V. Viva Jesús en nuestros corazones

R. ¡Por siempre!

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